martes, 20 de abril de 2010

Adiós Tina... allá dónde estés, espérame que algún día volveré a estar contigo

Hoy hace un mes que mi perra cumplió 12 años, y 6 días después murió. Llevo desde entonces sin saber qué hacer cuando estoy en casa, no paro de darle vueltas a todo lo sucedido en el mes de marzo y de si realmente pude hacer algo más.

La historia es la siguiente: Alrededor del día 5 de marzo, jueves, mi perra empieza a sentirse mal, como que le cuesta respirar, y pensé en llevarla al veterinario, pero preferí esperar por si acaso no era algo grave, que no sería la primera vez que está rara un día y luego mejora ella sola. No fue el caso. El viernes por la mañana decido llevarla al veterinario según llego de trabajar viendo que no sólo no mejora si no que parece estar peor. Llamo a urgencias y allí, en la clínica le hacen algunas pruebas y vemos que tiene líquido en los pulmones y poco más. Al principio parece una gastroenteritis, pero viendo la edad de Tina, prefieren hacerle más pruebas. Al volver a casa parece que mejora, ya que le ponen un diurético y algo más para que vaya drenando ese líquido y respire mejor.



El sábado vuelvo, le hacen análisis de sangre, de orina, un electro y una radiografía de la zona pulmones/corazón, ya que la de abdomen se la hicieron el día anterior.
El lunes me dan los resultados, y además de líquido en los pulmones tiene el corazon dilatado(entra dentro de lo normal en su edad y por su nivel de vida) pero algo se nos escapa, ya que no quiere comer.
El miércoles, por fin, le podemos hacer una ecografía y es cuando todo cambia. Las pruebas confirman que además de Gastritis tiene pancreatitis o como dijo el que hizo la prueba, un edema pancreático moderado. Ahí empieza lo malo. No hay tratamiento en sí para el pancreas, al menos en perros y en la actualiadad, depende sólo de si se recupera por si mismo o no.
Después de dos semanas más llevándola al veterinario a ponerla suero, inyecciones en casa y en clínica, medicamentos variados, Tina seguía sin querer comer y cada vez más débil. Finalmente el viernes 26, llego de trabajar y me la encuentro escondida sin querer salir ni moverse. La levanto, le pongo el calmante y se me cae el mundo al suelo. Esa misma tarde, sobre las 18:30 tenía que volver a inyectarle Dolantina(el calmante) y en ese momento ví que no podía demorarlo más, ya que sólo de sacarla de su "guarida" gemía de dolor. Para el que no lo sepa, creo recordar que es la primera vez que veía a mi perra gemir de dolor en la vida, se trataba de una Lakeland Terrier que es dura como las piedras, y sin embargo, sólo de sacarla de su escondite gemía de dolor.

En ese momento decidí llamar al veterinario, la llevamos allí, y con todo el dolor de mi corazón le dije a Leire(la veterinaria) que la "durmiera". Nunca olvidaré ese momento, cuando le inyectaba en vena el T-61 y por primera vez ponía la mano encima de su pecho y no la sentía respirar. Por suerte este "medicamento" es tremendamente rápido, cuestión de segundos, y no sufrió más.
Desde ese día, sólo estoy tranquilo cuando estoy fuera de casa, lo malo es que soy bastante casero y me acostumbré a pasar mucho por casa por ella, tanto para sacarla como para que no estuviera sola cuando no había nadie en casa. Tenía parte de mi vida "condicionada" a ella, por decisión propia, y ahora me cuesta volver a cambiar todo.

Muchos pensarán, "Es sólo un perro", "No es para tanto"... pero para mi sí lo es. En los últimos años me han pasado muchas cosas malas, en especial la muerte de mi padre, y Tina me ayudó mucho en el sentido de compañia y sentirte querido. Es extraño decir eso, pero en mi familia no somos especialmente cariñosos en el sentido estricto, es decir, que no lo demostramos mucho físicamente, no somos así, pero los perros sí lo demuestran de esa forma y sin quererlo, te ayuda.
Para más historia, Tina fue un regalo de mi padre, lo trajo a casa por mi, aunque a él también le gustaba, a sabiendas que mi madre no quería otro perro(ya tuvimos otro anteriormente) por lo mal que se pasa cuando no están.


Luego, comentar que no era un perro normal, no porque fuera el mío, sino por muchos detalles, como por ejemplo, que con casi 12 años no se había calmado. La mayoría de los perros, a los 7 años aproximadamente se calman, Tina no. Seguía igual, dando botes por los sillones, subiéndose a las camas, queriendo jugar siempre que fuera posible, gruñendo a vecinos, cartero y todo aquel que pasase por la ventana de mi casa(es lo que tiene vivir en un bajo). Vamos, que era imposible aburrirte con ella y tampoco podías evitarla ni pasar de ella, ya que ella no pasaba de ti, sobre todo como quisiera salir o comer. Todo esto hasta el punto que no podía sacarla a la calle sin ponerle la cadena, y la única forma de poder llevarla suelta era salir de madrugada, cosa que me acostumbré los últimos 7-8 años por ella, para que pudiera correr libremente al menos un rato al día en el parque o dónde fuera.
Así pues, ahora, sigo mirando al suelo según me levanto por si está debajo, se me hace raro no despertarme con ella tumbada a mis pies en la cama, sigo mirando al suelo al entrar a la cocina por si no tiene comida o agua y cada vez que llego de trabajar se me quita el hambre ya que no puedo desayunar con ella.

Supongo que es cuestión de tiempo que vaya asumiéndolo, no sé si tendré que hacer algo para avanzar, algún tipo de ritual o lo que sea que me haga quitarme esta sensación de haber "ordenado" su muerte, a pesar que días antes me dijera la veterinaria que me pensara lo de "dormirla". Siempre pensé que podía salir adelante, era muy fuerte, pero no fue así. Y en parte me culpo por ello, por no haberlo visto antes, porque aunque Tina resistiera el dolor más de lo normal, no supe ver que quizás no estaba bien. Bueno, la verdad es que un perro al que le dan dos puntos en la pata trasera sin anestesia y ni se inmuta, al que los pinchazos de las inyecciones son como si se te posara una mosca y que no dejaba de saltar aunque tuviera espigas clavadas en las patas no ayuda mucho a ver síntomas leves.

Lo que peor me sienta es ver que sin ella la vida es más tranquila, no mea en el pasillo, no tengo que salir de madrugada a la calle, no tengo a nadie que me moleste a la hora de comer o de dormir ni que me despierte ladrando al vecino... pero lo echo tanto de menos... y la verdad es que estaba tan acostumbrado a ello que no lo veía como una molestia ni mucho menos, es más, se me hace sosa la vida sin ella cruzándose por el pasillo o dejando bolitas de su comida por media casa.

Por último, para no hacer un post eterno, comentar que si alguien quiere decir algo, que se evite los clásicos "sólo era un perro", "ya no sufre", "era lo mejor para ella" ni demás mierdas similares porque no me ayudan nada, sólo me hacen darle más vueltas y pensar mal de quién me lo dice.
Y NO, de momento no quiero más perros, sólo pensar en sustituirla me revuelve el estómago.

PD:Opté por incinerarla, ya que por ley es complicado hacer otra cosa, posible, pero complicado ya que es ilegal enterrarla por ahí y no pinta nada en un cementerio canino que jamás ha pisado antes. Ahora está conmigo en una caja de madera, y no sé si dejarla así o esparcir las cenizas por el parque dónde le gustaba correr. Pensé en esparcirlas junto a las de mi padre en su pueblo, pero Tina jamás ha estado en Olmedo que yo recuerde y no pinta nada allí, al menos así me lo parece.